Alfa Ava
Desde el momento en que vi al lobo marrón acercarse, supe que venía por mí.
Alex.
El beta del Alfa Rey.
Su sola presencia hacía que el aire se apretara en el pecho, como si la tierra misma me recordara dónde estaba.
—Ava —dijo, apenas poniéndose a mi lado— El consejo está aquí en la manada y te han convocado.
Mi garganta se cerró.
—¿Por qué?
—Saben lo del poder que liberaste ayer, aparentemente se sintió en todos lados m.
Me tragué el nudo que se me formó en la garganta y me pregunté que pasaría.
—¿Y qué me harán?
Alex bajó la mirada, y por primera vez vi un destello de duda en ese hombre siempre tranquilo.
—Eso depende de ti.
El camino al despacho del Alfa Rey me pareció eterno.
Cada paso que daba hacia la gran casa, ese lugar que era la sede de todo el poder de la manada, sentía cómo mis piernas flaqueaban un poco más.
El aire parecía denso, cargado de energía antigua.
Las paredes, los techos, cada piedra… todo vibraba con una magia que yo apenas podía comprender.
Mis manos