Capitulo 34

Las puertas del territorio se abrieron apenas vieron acercarse a mi grupo.

La pelea había sido larga, sucia, agotadora.

Pero algo me carcomía por dentro, algo peor que las heridas o la sangre seca en mi piel.

Mientras cabalgábamos de regreso a la manada, notaba cómo las miradas de mis guerreros se entrecruzaban, tensas, preocupadas.

Sabían lo mismo que yo: ese ataque había sido solo una distracción.

No querían el territorio, no querían las aldeas.

Querían algo —alguien— más.

Apenas crucé el umbral, uno de los guardianes se adelantó.

—Mi rey, mientras usted estaba fuera… intentaron entrar.

—¿Qué? —gruñí, frenando en seco.

—Un pequeño grupo, al parecer vampiros. Pero no pudieron pasar las barreras. Los hechiceros reforzaron los límites esta mañana.

Sentí un puñetazo en el pecho.

—¿Qué buscaban? —pregunté, aunque en el fondo ya lo sabía.

El guardia tragó saliva, bajando la mirada.

—Ava.

El nombre me perforó como un cuchillo.

Me pasé la mano por el rostro, sintiendo la piel pegajosa, la b
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