Alfa Ava
La casa de Madam Merrie estaba en silencio cuando llegué.
El aire olía a hierbas secas, a incienso, a magia antigua.
La ventana estaba entreabierta y dejaba entrar una brisa suave que agitaba las cortinas como si la casa misma respirara.
Me detuve un momento en la entrada, cerrando los ojos, dejando que el calor del lugar me envolviera una última vez. Aquí había encontrado refugio. Aquí había encontrado a alguien que me comprendía, que no me juzgaba.
Pero no podía quedarme. No después de lo que había pasado. No después de la humillación. No después de ver claro que nadie vendría a salvarme.
Saqué un papel arrugado y un trozo de carbón. Mis manos temblaban mientras escribía.
“Madam Merrie. Gracias por todo. Algún día regresaré, lo prometo. Pero ahora tengo que irme. No me busques. Estaré bien. —Ava”
Dejé la nota cuidadosamente sobre la mesa, junto a las velas apagadas.
Respiré hondo, dándome unos segundos para memorizar cada rincón de esa casa acogedora. Después me obligué a d