La expulsión de Valeria del círculo íntimo de Félix no trajo la paz que Clara, en lo más secreto de su corazón, había anhelado. Por el contrario, la mansión se sumió en una tensión aún más espesa, como la calma que precede a un huracán. Félix se volvió una presencia fantasmal, ausente incluso cuando estaba físicamente presente, su mente claramente consumida por la crisis que Gael perfilaba en pantallas y reportes cifrados.
Clara, por su parte, intentó aferrarse a la fría satisfacción de haber "ganado" esa batalla sorda contra Valeria, pero la victoria sabía a cenizas. Las palabras de Félix resonaban en sus oídos: "Un recurso, como lo eras tú." La había equiparado con esa mujer, reduciendo todo lo que habían vivido a una transacción. Ese dolor, agudo y humillante, se mezclaba con el eco persistente de su propio sueño, de la memoria de sus manos y su boca, creando un cóctel tóxico de rabia y una añoranza que la avergonzaba.
Su única tabla de salvación eran Lucas y Emma. Sus conversacion