Por Alice
Todos estaban asombrados, nadie pensó que Andrés escondía un lado tan oscuro.
-Te sacaste de encima al mismo demonio.
Comentó la esposa de Ariel.
Yo asentí.
Todavía estaba temblando.
-Jamás pensé…
Dije con lágrimas en mis ojos.
-No te sientas culpable, nadie se dio cuenta de la verdadera personalidad de Andrés.
Adriana, la esposa de Ariel, era psicóloga, estuvo hablando conmigo un buen rato.
Logró tranquilizarme, al menos un poco.
- ¿Querés hacerle una denuncia?
Me preguntó.
-No pensé en eso.
-Tenés muchos testigos y las marcas en tu cuello son suficientes evidencia.
- ¿Te parece?
Le pregunté.
-Si, tendrías que pedir una orden de alejamiento.
-Me asustás.
-No, no tengas miedo, si querés, llamo a un perito amigo, un colega con el que trabajo en un juzgado.
Así lo hizo, su amigo se acercó con un fiscal.
Le hice una denuncia por intento de homicidio.
Las huellas de mi cuello estaban moradas, los dedos estaban claramente marcados y la hinchazón bajaba hasta mis hombros.
Un médi