Miro fijamente a Arnold y no puedo controlarlo, por lo que, lo beso con tanto salvajismo que retrocedemos y yo termino en medio de la pared y su cuerpo, disfrutando de cada musculo que se tensiona bajo mi toque.
— Debes decirme que lo quieres y te lo daré, Eva. No dudaré un solo segundo, te lo daré completamente. — dice Arnold y yo recupero el aliento después de ese beso salvaje.— No, no podemos hacerlo. — susurro.— Cobarde. — dice él sonriéndome para después darme un casto beso en los labios y alejarse, acomodando su entrepierna.— ¿Dónde será la cena? — pregunto ruborizada.No puedo caer en la tentación, cuando apenas nos estamos conociendo sin algo violento a nuestro alrededor o entre nosotros. Por eso, me alejo de la pared para tener la distancia adecuada para no volver a besarlo.— Lo siento, te besé sin mi con