Rafael subió una de sus cejas al escuchar a su abuela hablar con tanta determinación.
Se rió e ignoró por completo lo que ella le había acabado de decir para continuar con lo suyo.
—Tu poder de convencimiento no va a funcionar conmigo esta vez.
—¿Crees que estoy bromeando hijo? Eres lo único que tengo en mi vida, no voy a dejar que cometas la estupidez de arruinar tu vida por culpa de una mujer que nunca te ha querido de verdad.
Elizabeth se dejó caer sobre el sofá mientras que mojaba sus ojos con lágrimas falsas… tan falsas como ella.
—No sigas con esto abuela. De verdad quiero estar con Abigail.
—¿Ya la perdonaste? —Él afirmó moviendo su cabello—. No hijo, hablo en serio, ¿De verdad ya la perdonaste? Porque no puedo comprender cómo pudiste haberla perdonado después de que ella te abandonó de esa manera, después de que ya te deja un ridículo.
»¿De verdad la calentura es tan grande que omitiste por alto todo el tiempo que sufriste por ella?
—No sigas abuela.
—Claro que puedo