Rafael estaba allí mirándola con una determinación clara, su único propósito era saber la verdad. Y descubrir si ese niño tenía algo que ver con su separación con ella.
El cuerpo de Abigail comenzó a temblar, a la última persona que esperaba ver ahí era a él.
—¿Qué haces aquí Rafael? —él ladeó la comisura de sus labios en una sonrisa malévola.
—Eso no fue lo que te pregunté ¿ese niño quién te llamó mamá es tu hijo? ¡responde maldita sea! —ella sintió como algunas gotas de sudor caían por su espalda.
—¿Puedes bajar la voz? —dijo entre súplicas.
Ella miró hacia atrás con temor de que Max apareciera por ahí o peor aún su hijo.
—¿Te da miedo que se den cuenta que estoy aquí? —él se río con agriedad mientras apretaba con fuerza cada músculo de su cuerpo—. ¿Por qué debo bajar la voz, por el niño o por Max o quién más está ahí?
—Rafael, no más. Si estoy o no estoy con alguien, no tendría porque decírtelo. Lo único que te estoy pidiendo es que te comportes como un adulto y respetes, t