Rafael soltó una gran carcajada, lamió sus labios y luego por inercia miró a su nuevo socio.
—¿Lo acabas de conocer y por eso me dices que ya no me amas?
—Si quieres verlo así, por mí no hay problema. Ten un poco de vergüenza Rafael… tu esposa está ahí a pocos metros de donde estamos nosotros.
—Sí, mi esposo está cerca de nosotros. Pero tú estás frente a mí. Abigail he notado lo que tu cuerpo me dice, lo que tus besos me dicen. Abigail te creí la primera vez que me dijiste que no me amabas… pero eso no quiere decir que esta vez también vaya a creer.
Abigail intentó mantener la seriedad que la situación ameritaba… aunque por dentro, una sonrisa tonta apareció.
—¿Por qué insistes?
—Porque no voy a dejar de escapar dos veces. Te lo aseguro.
Ese sentimiento que las palabras de Rafael provocaban en ella era impresionante. Sin embargo, el sentimiento de culpa no la dejaba.
—Veremos quién gana —dijo Abigail con seguridad.
—Veremos quien gana —replicó.
Zoe apareció en medio de ellos