XLV

Mi hermana me confesó varias cosas mientras estuvo de visita, supuse que solo lo hacía porque creía que yo no podía escuchar nada y no porque realmente le importara decirme la verdad, conocía muy bien a Tamyria... Era de mi calaña: una cínica, descarada y malamansada. En fin que, me contó (a mi cuerpo en coma) que mi padrastro seguía jugando juegos de azar, agrediendo a mi madre, contratando trabajadoras sexuales y siendo un imbécil. Me dijo que la amenazó con hacerle daño a su bebé si ella no le prestaba una cantidad industrial de dinero, le dio parte de mis bienes porque había descubierto mis tarjetas de crédito y débito en la casa, información en mi vieja computadora y celular, vio que mis cuentas estaban cargadas con varios millones porque en el tiempo en que desaparecí Alexander no paró de mandarme plata.

A ese punto nisiquiera me enojé con ella, yo ya había trascendido el ego y los celos, lo había superado. Tanto sufrimiento me había hecho pensar que el dinero no era tan importa
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