Llegué a la habitación predispuesta para nuestras actividades eróticas con una lencería negra, cubierta por una camisola semitransparente y un par de tragos entre pecho y espalda. Temblaba por los nervios, toda las emociones reprimidas de los últimos tiempos comenzaban a atacarme, la ansiedad a flor de piel. La realidad era que en el plano emocional no quería estar con él pero el deseo físico era innegable, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que estuvimos juntos además de los últimos dos encuentros esporádicos pero habían sido demasiado rápidos para complacerme del todo. Además si podía usar mi cuerpo para finiquitar mis planes lo haría sin pensarlo.
Escuché que el entró, sus pasos e incluso el cambio en su respiración cuando me observó detenidamente: se volvió más pesada, lo que sucedía en ese ambiente parecía más intenso, como si brillará de una manera distinta, sentí su mano en mi cadera, su cuerpo caliente pegado al mío, su aliento jadeante en mi oído, mi piel se e