Eliette se quedó mirando la puerta hasta que vio desaparecer a la mujer tras ella, no entendía que estaba haciendo ahí y con esa ropa, le hacían parecer culpable de algo, como si tratara de pasar desapercibida.
—¿Trató de hacerte daño? — le preguntó a su hijo.
—No, genuinamente parecía que venía a cuidarme…
—¿Cuidarte? Eso no es una actividad que debería de realizar esa mujer. Puede ser peligroso, tal vez el enemigo…
Astor alzó la mano, era la señal para que se guardara silencio, Eliette obedeció rápidamente y bajó la cabeza avergonzada.
—Tú también la viste ¿no? — comentó Astor, mientras fijaba su mirada en algún punto en el techo, tratando de evocar el recuerdo. —¿Viste como lloró por mí?
—Lo vi.
—Creo que realmente estaba preocupada y venir hasta aquí, lo demuestra. ¿No lo crees, madre?
—Así parece.
Eliette se sentó en una silla cercana, mientras veía a su hijo sonreír a la nada, no parecía especialmente feliz, sino más bien, algo cansado.
—¿Podrías pedirle que venga cuando pueda?