Detrás de ellas, al escuchar esa voz melosa, Anabel y las demás sintieron náuseas.
Pero aun así se acercaron y se escondieron en la esquina para observar, querían ver qué clase de viejo decrépito era ese "hermanito" de Isabella.
En las escaleras del pasillo.
Daniel escuchó a su hermana llamarlo y levantó la mirada con una ligera sonrisa.
Isabella bajó corriendo las escaleras. Daniel le dijo con preocupación:
—Ve más despacio, ten cuidado de no caerte.
—No te preocupes, no me voy a caer... —respondió Isabella, y luego se colgó muy naturalmente de su brazo.
Detrás de ellos.
El gerente observaba esta escena. Ya estaba empapado en sudor, pero ahora temblaba y casi se caía por las escaleras.
Este señor Acosta era guapo y alto, con una presencia intimidante y terrible.
¡Realmente era el hermano de Isabella!
El grupo subió las escaleras. En el segundo piso, a un lado.
Anabel y las demás observaban. Aunque solo pudieron ver su perfil, notaron su altura que se acercaba al metro noventa, su vest