Según la lógica normal, solo sería que su hermana le hubiera pedido ayuda, ¿verdad? Porque las dos eran amigas.

Aunque él mismo al escuchar que a Marisela le había pasado algo también ayudaría de paso, pero aun así lo había preguntado específicamente.

Ulises frunció ligeramente los labios, no entendía muy bien, pero tampoco le dio mucha importancia.

En ese momento, del otro lado, en el Viento Sur Resort, en la suite presidencial, Isabella sacó del fondo del armario una tarjeta SIM que estaba escondida entre las páginas de un cuaderno, y luego fue específicamente al baño y cerró la puerta con seguro.

Marcó el número de esa persona. El primero no contestó, y justo cuando se preparaba para enviar un mensaje, la persona le devolvió la llamada.

—Mi teléfono se mojó, acabo de cambiarlo por uno nuevo —llegó la voz del hombre con cierto desaliento y jadeo.

—¡Inútil! —Isabella directamente empezó a insultarlo.

—Te dije que actuaras limpiamente, hace unos días no lograste nada, ¡y hoy fallaste y