Al escuchar que Lorenzo había echado a Isabella, Marisela se sorprendió un poco y Celeste quedó atónita. Luego, Marisela dijo con frialdad:
—Por mi parte, el divorcio está hecho. Es él quien insiste unilateralmente, así que la próxima semana presentaré una demanda de divorcio.
—Cuando termine el juicio, no tendré ninguna relación con Lorenzo. Si no me crees, ve tú misma a la audiencia.
Isabella frunció el ceño al escuchar esto, medio creyendo, medio dudando.
Porque, ¿qué pasaría si el juez no concedía el divorcio? ¿No seguiría siendo engañada?
—Marisela tiene razón. Ella y ese canalla de Lorenzo definitivamente se divorciarán. Solo tú lo tratas como un tesoro, como si alguien lo quisiera —intervino Celeste con burla.
—¡Mejor quédenselo para ustedes! ¡Cuando se casen les enviaré un regalo! Les desearé cien años de felicidad y que tengan muchos pequeños canallas.
Isabella miró a Celeste. ¿No presumía esta mujer la última vez de que Lorenzo quería emparentar con su familia? ¿Por qué ahora