El director comercial sonrió sin decir nada, volviendo a mirar a la joven frente a él.
Nunca hubiera imaginado que esta empleada recién contratada no solo era compañera de estudios del señor Orellana, sino también la esposa del presidente del Grupo Cárdenas, Lorenzo. Era como encontrar a alguien importante viviendo de incógnito. Cuando se enteraron esta mañana, todos quedaron completamente sorprendidos.
—Esperen, señores... —Marisela, cada vez más confundida, intervino:
—¿Qué contactos? ¿Acaso se acercan a mí por mi relación con el señor Orellana?
—No es por eso. Vienen por tu posición como señora Cárdenas —aclaró Manuel.
Al escuchar "señora Cárdenas", Marisela se quedó paralizada.
Había ocultado la identidad de su esposo y hasta había censurado el nombre de Lorenzo en la reunión de ayer. ¿Cómo se habían enterado?
Expresó su duda en voz alta, y el director de recursos humanos se apresuró a explicar:
—No malinterpretes, no hemos investigado tu privacidad por medios ilícitos.
—Anoche el