XXXIII. No te amo y nunca lo haré
Matthew estaba sumamente aburrido con la misma charla de negocios de todos los días.
Estos señores no sabían disfrutar el momento, estaban en una fiesta y en vez de divertirse, eran todos los temas de cómo ganaban más dinero.
Aunque la verdad era que prefería hablar de negocios, que las otras preguntas a las que se enfrentaba actualmente sobre su matrimonio y su vida privada.
Resulta que ahora todos estaban interesados por la nueva MacLeod y más cuando surgió el rumor de que estaba “disponible en el mercado” porque se iba a divorciar del Campbell, o sea, él.
Ailsa era la nueva comidilla del momento y todos, de alguna manera u otra, le preguntaban si seguían juntos, que por qué Ailsa ya no vivía en el castillo Campbell y todo tipo de preguntas capciosas e indiscretas.
Matthew estaba totalmente disgustado y más cuando estas preguntas venían de un hombre.
Tenía ganas de partirle la cara a unos cuantos que casi estaban queriéndole levantar a su mujer en su cara.
En eso miró a la entrada