XI. ¿Tengo permiso para todo?

Al otro día, Evan tenía que ir al campo, para supervisar a los nuevos trabajadores.

Con la ayuda económica de su nueva socia, enseguida contrató al personal que necesitaba, era imposible que él lo hiciera todo, por muchas ganas que tuviese de sacar su viñedo adelante.

Morag se quedó cuidando al bebé y recibiendo todo el envío de cosas que le había comprado.

Se había entusiasmado tanto en sus compras, que la sala ahora estaba llena de cajas con artículos de bebés y algunos otros, para mejorar la vida en la hacienda.

Pero la señora Norma le recomendó a dos mujeres mayores, que eran muy buenas y estaban buscando empleo.

Morag se lo pensó, ella no era la mujer de la casa, tenía que consultarlo con Evan cuando él llegara, pero igual le pidió que vinieran por ese día para que ayudaran a la señora Norma a arreglar el cuarto del bebé y otros pendientes en la hacienda, porque era muy difícil que la señora mayor pudiese hacerse cargo de todo.

En la noche, Evan llegó algo tarde.

Tuvo que ir de
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