Cuando terminó, la abuela le colocó frente a ella la taza de té, el líquido humeante despedía un aroma fuerte, profundo, con notas de algo más que hierbas: había tierra, sombra, recuerdos.

— Te va a enfermar... — le advirtió Eleonor con seriedad, sosteniéndole la mirada — Vas a sentir que te arde el cuerpo por dentro, que algo intenta salir o tal vez entrar, pero debes resistir, es parte del proceso. — Aileen sostuvo la taza con ambas manos.

El calor le quemaba la piel, pero no soltó, sus dedos temblaban un poco, pero sus ojos ya no mostraban miedo, bebió, un sorbo amargo, otro, el tercero le dio náuseas, el último le hizo cerrar los ojos por un segundo demasiado largo. Después, sin decir una palabra, subi