Marina
Salí de aquella horripilante y asfixiante fiesta con lágrimas apunto de brotar de mis ojos. Tenía tan mala suerte, solo quería salir de allí, meterme a llorar en el apartamento y salir lo más temprano posible en un vuelo para mi casa. Tengo que buscar un vuelo lo más pronto posible para España, lo último que quiero es cruzarme otra vez con Paul o cualquiera de esa familia de desgraciados.
Caminé por aquel jardín empedrado. Caminos flanqueados por setos que me impedían ver hacia dónde iba, simplemente me dejé llevar y por fin después de unos minutos salí a un claro precioso con una fuente de mármol blanco al centro. El sonido del agua cayendo era casi mágico. Aquel lugar era extremadamente bello, rodeado de rosas blancas y rojas, sin duda de mis preferidas. Me senté en uno de los bancos que había allí e intenté pensar en qué hacer a partir de ahora. El perfume que despedían aquellas flores me tranquilizó y embriagó a la vez.
No podía confiar en Paul. Me había abierto a él, pero