Elana estaba más atónita que nunca.
—¡Oh, cariño, ven aquí! ¡Lo siento mucho! No era mi intención hacerte llorar.Eres una santa por soportar a esa cabrón, ¿me oyes? Ven conmigo. —Me cogió de la mano y me condujo por otro pasillo oscuro hasta un despacho—. Ahora siéntate y olvídate de la cara de toda esa gente.
Resoplé y empecé a sentirme como una estúpida.
—Y no te cohibas, ¿me oyes? Tengo la sensación de que llevas mucho, mucho tiempo guardándote esto y un buen llamto es necesara de vez en cuando.
Se puso a buscar algo en la mesa mientras yo me quitaba el rímel de las mejillas.
—Mira esto —dijo con satisfacción—. Lo destruiré después de que lo hayas visto, y si alguna vez se lo cuentas a alguien te destrozaré la vida. Pero tienes que verlo, es formidable.
Me tendió un sobre amarillo sellado con una pegatina que rezaba «Confidencial» y sonrió. Arranqué la pegatina y extraje una carpeta verde. Dentro había una foto ( en realidad, una fotocopia en color) de Markus tirado sobrebun