Caminó por los pasillos de la clínica, sintiendo el aroma familiar a desinfectante y medicamentos. Esta vez, el camino a la cafetería no se sentía como un escape, sino como un propósito. Al entrar, su mirada barrió el lugar. La cafetería estaba un poco más concurrida que la última vez, pero había una mesa libre cerca de la ventana, el mismo lugar donde se habían sentado.
Y allí estaba él. Daniel Fuentemayor. Estaba de pie junto a la mesa, ya con un café en la mano, luciendo un blazer gris oscuro, una camisa azul clara y pantalones bien planchados. Su presencia seguía siendo imponente, pero su sonrisa, al verla, era cálida y acogedora.
"Laura," dijo Daniel, su voz profunda y amable, mientras se acercaba a ella con una sonrisa. "Llegas justo a tiempo."
Laura se acercó, sintiendo que sus nervios se disipaban un poco con su presencia. "Hola, Daniel. Gracias por venir. Y por la puntualidad."
"No hay de qué," respondió él, gesticulando hacia la mesa. "Por favor, siéntate. ¿Quieres algo? Un