Un día por la mañana Laura revisaba su correo en la oficina cuando un mensaje captó su atención de inmediato. Se trataba de una oferta de trabajo proveniente del extranjero: una empresa reconocida le ofrecía un puesto como asistente con grandes oportunidades de crecimiento.
Su corazón comenzó a latir con fuerza, la emoción llenándola por completo. Era una oportunidad que jamás había imaginado, un nuevo horizonte lleno de posibilidades.
Sin poder contener la alegría, se levantó de su escritorio y caminó rápidamente hacia la oficina de Alex. Quería compartir la noticia con él, escuchar su opinión, imaginar juntos lo que podría significar esta nueva etapa.
Al abrir la puerta, encontró a Alex concentrado en unos documentos, pero su emoción no podía esperar.
“¡Alex!” —Exclamó con entusiasmo—. “Me acaban de escribir desde el extranjero. ¡Me han ofrecido un puesto increíble como asistente”
Pero en vez de recibir una sonrisa o palabras de felicidad, lo que encontró fue una expresión seri