La brisa suave de la tarde acariciaba las calles del edificio de Los Laureles, y el sol comenzaba a esconderse lentamente, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados.
Tras los días de tensión y preocupación, Laura y Alex decidieron tomarse un tiempo para desconectarse del trabajo y simplemente disfrutar de un momento junto, alejado del bullicio y del peso de las responsabilidades.
Se encontraron en un pequeño parque cercano a la ciudad, un rincón tranquilo con bancos de madera y árboles frondosos que ofrecían refugio del sol. La escena parecía sacada de una postal, un lugar perfecto para una conversación sincera y sin presiones. Ambos llegaron casi al mismo tiempo, con una sensación de alivio en el aire.
“¿Te gusta venir aquí?” —preguntó Laura mientras se acomodaba en uno de los bancos, mirando las hojas que caían lentamente de los árboles.
“Sí” —respondió Alex, sentado a su lado—. “Es un lugar que me ayuda a pensar y a desconectar. Después de todo lo que hemos pasado, creo que to