La madrugada estaba tranquila en el apartamento de Emma, pero dentro de ella, el ambiente era completamente diferente. El sobre anónimo que había recibido esa misma tarde pesaba sobre su mente como una condena. Sabía que el mensaje no era una amenaza vacía, pero la incertidumbre que le producía lo que estaba sucediendo la hacía sentir impotente. Cada paso que daba en esta investigación la acercaba más a algo peligroso, algo que podría cambiar su vida de manera irreversible.
El café en su mano, que ya se había enfriado, era la única compañía en la soledad de la habitación. Estaba sola, y no sabía si eso la tranquilizaba o la aterraba más. Sebastián había estado allí unas horas antes, tras la confrontación con su padre, y aunque la promesa de enfrentarse a su progenitor la había sacudido, no había podido evitar sentirse atraída por la determinación en sus ojos. Había algo en él, algo que la hacía querer entenderlo, más allá de su arrogancia y su historia de conquistas. Había algo más pr