••Narra Julián••
Observé a Charlotte, muy pálida, pero feliz. Para ser una mujer que acababa de pasar por una cesárea complicada, se veía regia, resistente. Con dificultad, sostenía a su bebé recién nacido con un miedo evidente, como toda madre primeriza. Frederick estaba a su lado, abrazándola mientras observaba su familia. Su expresión era muy distinta al hombre cruel y frío con el que trabajaba.
Estaban bien, felices y juntos. Casi destruyo esa felicidad con mi comentario, pero yo pensaba que Charlotte le había contado de aquel beso. Un beso que no era para ella. Que siempre fue para la mujer que ahora estaba limpiando las calles como parte de una condena que yo mismo negocié.
Cuando encontré al padre de Miranda culpable, no pude evitar pensar en ella y la necesidad que sentía detenerla frente a mí. Entonces, apareció Charlotte, pero no la vi a ella, era Miranda. Tenían el mismo cabello ya que Miranda se lo había teñido de ese color para parecerse a Charlotte.
Nunca entenderé