••Narra Charlotte••
No sé cómo, pero desperté en la habitación que se me fue asignada cuando llegué a este lugar. Recuerdo haberme quedado dormida en la cama de Frederick, y ahora estaba acá, en mi cama, con Cenizas sentado sobre mi pecho, juzgándome con su mirada arisca, como si supiera el gran error que cometí el día de ayer al dejarme llevar por la pasión.
—No me mires así, no eres capaz de comprender lo que siento porque estás esterilizado —Le dije.
Ofendido, Cenizas se bajó de mi pecho, no sin antes golpear mi rostro con su larga cola.
«Que forma más innovadora de decirme púdrete».
Lo anotaré en la lista de formas en las que Cenizas me ha demostrado su desprecio.
Un poco desorientada, fui al baño y me duché. Mientras el agua resbalaba por mi cuerpo, no pude evitar pensar en lo sucedido ayer, como lo hicimos una y otra vez, cualquiera pensaríamos que éramos perros en temporada de celos.
Al salir, me envolví en una toalla y salí del baño, yendo directo a una lata de cama