••Narra Charlotte••
Estaba acostada en la camilla, el gel frío sobre mi vientre me causaba escalofríos, pero eso era insignificante ante el pequeño bulto redondeado que mostraba claramente la pantalla y seguía robándome el aliento
Ya por fin había cumplido los tres meses. Doce semanas exactas de mi bebe creciendo dentro de mí, doce semanas de náuseas que cedían de vez en cuando, de miedos que se aferraban y de una esperanza que, contra todo pronóstico, se hacía más fuerte. Frederick estaba a mi lado, su mano grande y cálida envolviendo la mía con una firmeza que era ancla y prisión a la vez. En su rostro se podía notar lo absorto que estaba viendo la pantalla, observando las formas borrosas que la doctora señalaba.
—Miren ahí —dijo la doctora, su voz calmada y profesional como siempre, moviendo el transductor con suavidad—. El bebé está creciendo perfectamente. Latido fuerte, buena forma… —Una sonrisa genuina iluminó su rostro—. Dentro de poco podremos saber si género. Además, debo