••Narra Frederick••
Mis pasos resonaron en el pasillo mientras sostenía el celular con tanta fuerza que creía que lo iba a terminar rompiendo.
Las palabras del guardia de la prisión al cual le pagaba para que me mantuviera informado de todo, no salían de mi cabeza.
«Un abogado»
¿Por qué de repente? ¿Por qué ahora?
Después de un año de rendición, ahora buscaba salir…
Pero lo sospechoso era, que él no había solicitado ningún abogado y según me dijo el informante, las únicas cartas que ha enviado sin para Charlotte, pero no le han llegado desde que se mudó a esta mansión porque ha puesto su dirección vieja.
Eso significaba… ¿Qué el abogado había decidido ir por su cuenta? ¿Habrá descubierto algo que yo no estoy al tanto?
Cerré la puerta del estudio con fuerza, detrás de mí.
Golpeé el intercomunicador con el nudillo, la ira contenida vibrando en cada articulación.
—¡Arturo! —dije con fuerza—. Ven rápido.
La puerta se abrió casi al instante. Arturo estaba allí, impecable como siempre