El Audi negro rodó silenciosamente por el camino de entrada de la mansión, repitiendo mi discurso mental una y otra, pero también, rogando de no tener que utilizarlo. Con suerte, Frederick aún estará fuera de la mansión, aclarando todo ante los cuerpos de justicia. Y todo el tema de Ana, habrá llegado a su fin. Confiaba en Frederick, sé que era capaz de convencer a Ana de retirar los cargos.
—Dios, ahora estaba rodeada de tantos problemas legales que me iba a terminar ahogando —murmuré al volante.
El corazón me latía con fuerza contra las costillas, un tambor de guerra anticipando la batalla que se avecinaba. Había logrado lo imposible: ver a papá, establecer un contacto, asegurar el silencio dentro de la prisión… y ahora venía la parte más peligrosa: enfrentar a Frederick.
El portón principal estaba cerrado. Me detuve, esperando. Un guardia que no reconocí de inmediato… Pérez, creo que era su nombre, al ver el Audi, y luego mi rostro a través de la ventanilla baja, sus ojos se abr