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Blake

El sol ardía con lentitud sobre la isla, tiñendo el cielo de un dorado suave. Desde la terraza de piedra, mi vista se fijó inevitablemente en la piscina.

Y ahí estaba ella.

Noelia.

Con un maldito traje de baño rojo que no dejaba nada a la imaginación.

Un diseño atrevido. Un lazo que caía sobre su cadera. Tela mínima. Curvas que no había olvidado, por más que lo intentara.

Lucía despreocupada, sentada en la orilla con los pies sumergidos, riendo con Seraphina. El sonido de su risa me golpeó con fuerza.

Era tan fácil para ella brillar.

—Señor, el informe de la isla… —me dijo uno de mis guardias, pero no podía prestarle atención.

Tan fácil para mí... perder el control.

Uno de mis hombres, apostado cerca, desvió la mirada hacia la piscina. Noelia. De nuevo. No fui el único que notó lo que llevaba puesto.

Y eso me enfureció.

No dije nada, ni levanté la voz. Sólo me giré levemente hacia uno de los guardias que estaba más cerca.

—Llévate a los muchachos —ordené en voz baja, sin apar