52. Curiosidad o terquedad
52
Noelia
Me quedé inmóvil frente al piano, contemplando las teclas blancas y negras que alguna vez me sirvieron de refugio. La sala de música estaba en penumbras, iluminada apenas por la luz filtrada a través de los ventanales. A mi alrededor, violines, guitarras, flautas… más instrumentos de los que podía contar. A lo largo de los años había aprendido a tocar casi todos por pura curiosidad o terquedad. Pero el piano… el piano era distinto. Siempre fue mi favorito.
Deslicé los dedos sobre el borde de marfil, sin presionar ninguna tecla. Solo acariciando recuerdos.
Tenía días sin saber nada de Blake.
Desde aquella noche loca.
Cerré los ojos. No. Mejor no pensar en eso.
Un solo atisbo de esa noche bastaba para que la sangre comenzara a hervirme bajo la piel. Para que el corazón se agitara sin permiso. Para que mi cuerpo recordara… cosas que no debía.
Respiré hondo y me alejé del piano. Mis pies me llevaron, casi automáticamente, hasta mi recámara. La llamada de Blake no dejaba de sonar