49. Como elefante en cacharrería
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Sera
—Porque te amo, Sera.
Seguía congelada en el lugar sintiéndome un poco mareada por sus palabras.
Mi corazón dio un vuelco, el aire pareció espesarse a mi alrededor.
El mundo dejó de girar por un segundo eterno, y yo solo podía mirarlo.
¿Ryder… me amaba?
—¡Bueno, bueno, bueno! —la voz de Blake tronó como un trueno inesperado, haciendo que ambos diéramos un respingo—. No acepto excusas ni dramas.
Entró pasando de nosotros y directo a la terraza como un elefante en una cacharrería, interrumpiendo la tensión con su habitual brutal honestidad.
—¿Es en serio? —susurré incrédula, sin saber si reír o gritarle que se fuera.
—Muy en serio —dijo, ignorando por completo a Ryder, que aún estaba de rodillas, como si no existiera—. Tú no puedes quedarte en shock emocional sin comida en el estómago. No bajo mi guardia.
Tras él, una mujer apareció con una enorme bandeja que desprendía un aroma celestial: sopas aromáticas, fruta fresca, pan recién horneado y jugo natural.
—Tienes que comer, car