48. En un limbo
48
Ryder
Blake me abrió la puerta con la rigidez de un centinela en guerra. Pasé a su lado con un leve asentimiento, mi respiración contenida.
El interior de la casa era cálido, acogedor… y olía a ella.
Ese aroma suave, familiar, dulce y a la vez fuerte, que se había incrustado en cada fibra de mi ser desde el primer momento en que la conocí.
Y entonces la vi.
De pie, descalza, con una manta sujetada con fuerza contra su cuerpo como si fuera su única defensa contra el mundo. Sus ojos se clavaron en los míos, brillando con algo entre dolor, rabia… y una esperanza que aún no se apagaba por completo.
Daría cualquier cosa por abrazarla.
Pero no me moví. Solo la miré. Y dejé que viera en mí todo lo que no había podido decirle con palabras.
—Viniste —dijo, su voz temblando. No era una pregunta.
—Me llamaste —respondí.
Y en ese instante, el mundo pareció detenerse entre nosotros dos.
Seraphina
El día había sido extraño. Pesado.
Blake había salido un rato a comprar algo para la