Meses después, Danna se encontraba en su habitación, con los pies notoriamente hinchados, lo que preocupó profundamente a Eros. Con creciente inquietud, decidió llamar al médico para que la examinara en la mansión. Mientras Danna se acercaba al baño, sintió una urgencia incontrolable de orinar. Sin embargo, en ese momento, experimentó una sensación incómoda: un líquido comenzó a escurrirse por sus piernas, seguido de una punzada dolorosa en su zona íntima, lo que hizo que su rostro se contrajera de dolor.
—¿Qué está pasando? ¿Qué te sucede, mi amor? —preguntó Eros, alarmado. Se encontraba cerca de la ventana y, al ver la expresión de dolor en el rostro de Danna, corrió hacia ella. Sin perder un segundo, la tomó de la mano y la llevó hasta la cama.
—Nuestra bebé se está adelantando, este embarazo es diferente a cuando llegó Eos —dijo Danna, mientras volvía a experimentar el mismo dolor.
Eros entró en un estado de pánico, su mano derecha instintivamente se posó en su sien y comenzó a