Francisco se levantó temprano. Apenas había dormido, dándole vueltas en la cabeza al recuerdo de Bianca. Por un momento consideró llamarla, pero se contuvo al pensar que aún era muy de mañana y no quería importunarla. Total, ese mismo día regresaba, y verla en persona siempre sería mejor.
Rubén acababa de llamarle. Le confirmó que los boletos de avión ya estaban comprados y que pasaría por él en un rato para ir juntos al aeropuerto.
Lorena entró con el desayuno, tenía una sonrisa que no le cabía en la cara.
—Hijo, ahora que regreses, tienes que aplicarte para conquistar a esa chica. Y luego me la traes para que la conozca, ¿oíste? —dijo, con un tono juguetón—. Aunque no me gusta que te vayas tan rápido, si es por algo tan importante, cuenta con todo nuestro apoyo.
Javier se unió a la conversación, bromeando.
—Así es. O mejor, la próxima vez que vuelvas, tráenos de una vez al nieto. Con eso tu mamá va a estar feliz.
Lorena le dio un pellizco juguetón a su esposo.
—Ay, tú y tus cosas, v