—Oye, ¿y Leo? ¿No venía en este vuelo con nosotros? —preguntó Francisco, desconcertado, mientras miraba a Rubén, que estaba sentado a su lado con una postura inusualmente rígida. Acababa de darse cuenta de que Leo no estaba por ningún lado.
—Ah, sobre eso... Le surgió algo de último momento y tuvo que tomar el siguiente vuelo. La verdad, ni yo me lo esperaba. ¿Por? ¿Necesitabas hablar con él de algo? —respondió Rubén, tratando de sonar casual.
—No, para nada.
Francisco negó con la cabeza y le dedicó una sonrisa cortés antes de girarse para mirar por la ventanilla.
Rubén ladeó un poco la cara, una sonrisa de satisfacción dibujándose en sus labios.
...
En la sala de espera del aeropuerto, Leo miraba con furia cómo el avión despegaba, sus ojos fijos en el punto que se encogía en el cielo.
“Maldito Rubén, me las vas a pagar en cuanto lleguemos”.
El vuelo transcurría sin contratiempos, pero Rubén comenzó a sentirse extrañamente nervioso. Estar sentados tan juntos, casi rozándose, era una c