Caminando por la zona comercial, Bianca entró en una tienda que contaba con una gran variedad de celulares. Tenía que conseguir uno nuevo cuanto antes.
Estaba mirando los modelos para mujer cuando un celular delgado de color rosa metálico le llamó la atención. Justo cuando iba a pedirle a la empleada que se lo mostrara, una voz masculina, agradable y tranquila, sonó a su lado.
—Ese te quedaría muy bien. —El sujeto señalaba el mismo teléfono.
Bianca levantó la vista y vio a un tipo atractivo y elegante, más o menos de su edad, que le sonreía como si se conocieran. Se sonrojó.
—Gracias, justo me había fijado en ese.
—Hola, Bianca. Soy Francisco Solís, amigo de Fray. Te vi en la boda. —le dijo, extendiendo la mano.
—Ah, hola. Qué coincidencia encontrarte aquí. ¿Tú también vienes por un celular? —respondió, estrechándole la mano, sintiendo la calidez del saludo.
Francisco se encogió de hombros y le mostró su propio celular, partido en dos, con una sonrisa resignada.
—Se me cayó rodando po