Efraín regresó a su mansión muy molesto. Lanzó el saco sobre la cama del dormitorio y buscó los cigarros que no había tocado en mucho tiempo.
“¡Qué idiota!”.
No entendía por qué esa mujer era tan voluble. Lo de hoy, había sido completamente absurdo. Una cosa era que a ella no le importara Claudia, pero someterlo a él a esa indiferencia sin motivo alguno. Estaba claro que lo detestaba, pero ¿acaso él le había hecho algo para que se comportara de esa forma?
“¡Qué mujer tan arrogante!”.
Encendió otro cigarro y se dejó caer en el sofá. El agotamiento lo invadió por completo.
...
Bianca permanecía de pie en el jardín. No se movió hasta que Sara le tomó la mano, mirándola con ternura. Solo entonces, Bianca se giró para ver a su madre y la abrazó como si quisiera extraer de ella toda la fortaleza que le faltaba.
—Mi niña, si quieres llorar, llora. No te contengas.
—No te preocupes, mami, estoy bien. Todo va a estar bien. Ahora voy a ver a mi hermana. Seguro ella está peor que yo.
Apoyó la ca