Al terminar la cena, Francisco los acompañó a la salida.
—Perdón por todo lo que tuvieron que pasar esta noche.
—No te preocupes, no es tu culpa. La verdad, no sabría cómo explicarlo —respondió Bianca con una media sonrisa.
—Efraín, llévala a su casa, por favor.
—Sí —contestó él, cortante.
…
El silencio se apoderó del carro de Efraín. Para romperlo, encendió la radio. En ese momento sonaba “Fade Into You” de Mazzy Star en una estación de música alternativa. La voz etérea de la cantante, cargada de una suave melancolía, llenó el espacio entre ellos,
Efraín la miró de reojo. El perfil de Bianca se recortaba contra la ventanilla, bañado por el fugaz resplandor de las luces de la ciudad que se deslizaban sobre su piel. Su mirada estaba perdida en la noche, absorta, como si no estuviera viendo los edificios pasar, sino una película proyectada solo en su mente. Tenía una expresión serena, frágil, y la melancolía de la canción parecía haberse adherido a ella, vistiéndola con una tristeza sol