—Entonces tus papás vinieron y... ¿quieren verme?
Efraín Herrera observaba a su buen amigo, Francisco, de pie frente a él. Hacía mucho tiempo que no tenían una conversación así, cara a cara.
—Sí, mis papás tienen muchas ganas de verte. Quieren que vengas a cenar a la casa. Mmm... y también dijeron que llevaras a tu esposa.
Francisco hizo una pausa, sin saber bien qué más decir en ese momento.
—¿Bianca ya lo sabe?
—Sí.
Francisco se quedó pensando un momento.
—La verdad no sé qué piense. No dijo nada.
Efraín esbozó una sonrisa.
—No te preocupes por eso, ni tú ni Bianca. No voy a llevar a nadie. Tranquilo, yo me encargo de hablar con tu mamá. Supongo que ella no sabe que Bianca y yo nos vamos a divorciar, ¿o sí? O más bien... ni siquiera sabe que se casó conmigo.
Francisco bajó la cabeza, aceptando en silencio las palabras de Efraín.
—Francisco.
Efraín lo llamó de repente.
—¿Sí?
Levantó la vista, confundido. El que estaba frente a él era su amigo, la persona con la que se había emborrach