—Francisco, este boceto es increíble. Es elegante, tiene muchísima clase… —Bianca no dejaba de admirarlo—. Con los accesorios adecuados, la novia se va a ver espectacular.
Le resultaba asombroso que hubiera podido crear algo tan bueno en una sola noche. Levantó la cara, emocionada, para mirarlo y notó que tenía los ojos inyectados en sangre, aunque eso no opacaba su propia euforia.
—Te voy a preparar un té. Seguro no dormiste nada, ¿verdad? —dijo con preocupación, pero resignada.
Bianca se dio la vuelta y fue a la cocineta para prepararle la bebida.
—Anoche le avisé a Leo que viniera hoy para que le eche un vistazo. Si le parece bien, empezamos a confeccionarlo de inmediato —explicó Francisco.
—¿Anoche? ¿A qué hora? —preguntó ella, sorprendida.
—Ah, bueno… perdón, me equivoqué. Fue hoy a las tres de la mañana —dijo él, con una sonrisa avergonzada.
—¡No puede ser, Francisco! ¿A esa hora? ¿Y no se molestó? ¡Seguro estaba bien dormido!
Bianca lo miró divertida, disfrutando de la expresió