Efraín se lavó la cara en el baño del aeropuerto y se sintió mucho mejor. Al salir, vio a Bianca, que esperaba afuera perdida en sus pensamientos, y se acercó a ella.
—¿Estás cansada?
—Estoy bien —respondió Bianca con una sonrisa.
—¿Le llamaste a Francisco? —preguntó Efraín.
—Sí —dijo ella—. También le hablé a mis papás para que no se preocuparan.
—Hiciste bien.
—Ya has estado aquí ¿qué hacemos ahora?
—Vamos a la estación de autobuses.
—De acuerdo.
El celular sonó. Era Claudia. Bianca y Efraín intercambiaron una mirada y ella contestó de inmediato.
—¡Hermana! ¿Dónde estás?
—Estoy afuera del aeropuerto de Tuxtla. No me fui.
—¿Qué? ¿Dónde estás? Efraín y yo también estamos aquí. No te muevas, dinos dónde para ir por ti —exclamó Bianca, en tono de urgencia.
—¿De verdad? ¿Vinieron hasta acá? Entonces salgan del aeropuerto y caminen todo derecho hacia el sur. Ahí me van a ver.
—Ok. —Colgó el teléfono y se giró hacia Efraín—. No se fue, está aquí afuera. ¡Vamos!
—Claro.
Efraín sintió que po