Al llegar a casa, Efraín se sorprendió al encontrar a Diana parada frente a su puerta. Tenía la mirada perdida y daba la impresión de llevar un buen rato esperándolo, completamente desconsolada.
Se acercó a ella a toda prisa.
—¿Diana? ¿Qué pasa? ¿Fue Rubén? ¿Te hizo algo?
La voz de ella sonó frágil y quebrada.
—Efraín, tengo tanto frío… ¿me abrazas, por favor?
—Vamos, entra. Aquí afuera te vas a congelar.
La rodeó con un brazo y la guio hacia el interior de la mansión.
La ayudó a sentarse y le sirvió una taza de café. Se veía tan vulnerable.
—Ten, Diana, bébete esto. Te va a sentar bien. Cuando te sientas mejor, me cuentas qué pasó, ¿te parece?
Ella asintió y, tras un largo silencio, susurró:
—Él… acaba de venir a verme.
Efraín se sentó a su lado en silencio. Supo de inmediato que se refería a Rubén. Aquel tipo le había prometido un futuro a Diana, aunque ahora Efraín conocía su secreto: estaba enamorado de Francisco. Pero ¿qué más daba? Francisco y Bianca estaban juntos, en una relac