—¿Qué pasa? —preguntó Valeria, confundida, al ver a Leo gritar con cara de pánico.
—¡Rubén! Repítemelo ahora mismo, ¿dónde demonios estás? —le gritó Leo al teléfono.
—En Estados Unidos. —La voz al otro lado de la línea sonaba cansada.
—¿Lo que me dijiste es en serio? —insistió Leo.
—Voy a colgar.
—¡Oye, imbécil! ¿Me colgaste? ¡Maldito seas, Rubén! —explotó Leo al escuchar el tono de la línea muerta.
—¿Qué pasó, Leo? ¿Rubén se fue a Estados Unidos? ¿Y por qué estás tan enojado? —preguntó Valeria, sin entender nada.
—Ese tipo lastimó a un buen amigo mío —dijo Leo, y luego se quedó pensando, molesto.
“Me pregunto qué estupidez habrá hecho Rubén para que Francisco saliera huyendo. Seguro fue una de sus porquerías. ¿Acaso volvió a usar uno de sus trucos para abusar de él? No, no creo… Rubén no sería tan ruin. Además, aunque ese idiota siempre dice que no tiene corazón y cree que no siente nada por Francisco, yo que he estado con él tanto tiempo, sé perfectamente que la influencia de Franci