Al ver su mirada cautelosa, el corazón de Anthony se puso aún más triste.
Cuando Katherine bailó antes con Oscar, estaba visiblemente relajada, parecía confiar en aquel hombre.
Con tan poco tiempo de conocerse, se había enamorado perdidamente de otra persona. ¿Cómo podía Anthony no estar molesto?
Anthony alargó la mano y agarró el cuello de Katherine, sin emplear toda su fuerza, obligándola a mirarle a los ojos.
—Katherine, ¿sabes lo que estás haciendo?—. Anthony miró fríamente la expresión obstinada de Katherine, hablando con dureza: —No olvides que aún no estamos divorciados. Sigues siendo la Sra. Ross, mi esposa. ¡Debes considerar las consecuencias de tus acciones!
Al oír la advertencia de Anthony, a Katherine le entraron ganas de reír. No podía creer que él reconociera su condición de Sra. Ross y de joven amante.
¿No la despreciaba tanto que ni siquiera quería hablar con ella?
—Sr. Ross, creo que se equivoca. —Apretó los puños, tratando de no temblar, hablando con claridad: —Te he