—Prometida... —Sofía repitió, con un tono de incredulidad y desprecio—. ¿Ahora pretendes que Katherine y tú...? —Pero sus palabras se quedaron en el aire, incapaz de formular un pensamiento coherente ante la inesperada aparición de Héctor.
Katherine, que había permanecido en silencio durante todo el intercambio, ahora sonrió con satisfacción. La tensión en el aire era palpable, pero Katherine no iba a perder la oportunidad de asestar un golpe final. Con elegancia y serenidad, dio un paso hacia Sofía, su sonrisa helada, cargada de un triunfo silencioso.
—No te equivoques, Sofía —dijo Katherine, sus palabras llenas de calma, pero cada sílaba cortaba como una navaja—. Tú siempre serás la otra. Yo ya no lucharé por un hombre que no vale la pena.
Sofía se quedó helada, su mirada se endureció aún más mientras las palabras de Katherine resonaban en su mente. Era un golpe mortal a su orgullo. Aunque Katherine ya no quería a Anthony, la afirmación de que ella siempre sería la “otra” reavivaba