—Vamos, Anthony... tírame a la piscina otra vez si eso te hace sentir mejor. Pero nada cambiará lo que has hecho. El daño ya está hecho.
Anthony apretó la mandíbula, su mente era un torbellino de emociones.
James se levantó lentamente, con su ropa aún empapada y su respiración entrecortada, pero su malicia no disminuía. Su voz, aunque debilitada, seguía siendo afilada como un cuchillo.
—Sofía y yo nos unimos para controlar la familia Ross —continuó, sus palabras ahora un veneno en los oídos de Anthony—. Desde el principio, ese fue nuestro plan. Y cuando tuviste el accidente que casi te cuesta la vida... ella huyó como la rata que es. Se escapó cuando vio el barco hundirse, dejando todo atrás. Pero... —James hizo una pausa, saboreando el momento— la pobre de Katherine, ¿sabes quién estuvo a tu lado en ese momento? ¿Quién te cuidó y sacrificó todo por ti? Ella. Katherine. Abandonó a su propia familia por ti, y tú... ¿cómo le pagaste?
La voz de James resonaba en la habitación, cada palab