El guardaespaldas avanzó hacia Katherine, su expresión implacable, pero ella se negó a dejarse intimidar. Con una voz firme, trató de hablar.
—¡No estoy intentando matarlo! —protestó, aunque su tono fue ahogado por la furia de Richard. Sin embargo, a pesar de su grito, la palabra "matar" resonaba en su mente como un eco aterrador.
Richard no la escuchó, continuando con su retórica cargada de acusaciones. —¿No te ha bastado con haber atentado contra su vida una vez? —dijo, su voz cargada de desprecio. En su mente, el daño ya estaba hecho; la imagen de Katherine como una villana estaba grabada a fuego.
Katherine apretó el frasco con más fuerza, la frustración inundando su ser. —¡No lo entiendes! Estoy intentando salvarlo. —dijo, sintiendo que las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, pero las mantuvo a raya. Ella sabía que la vida de Anthony estaba en juego, que no podía rendirse ante las acusaciones de su suegro.
Richard, sin embargo, estaba decidido a mantener su postura. —Fue