Richard intentó protestar, pero Jason, comprendiendo la gravedad de la situación, se volvió hacia él con una mirada decidida.
—Richard, Katherine tiene razón. Anthony ha estado en peligro desde que se inyectó ese veneno. No podemos permitir que esta situación se descontrole aún más.
Gregory se acercó un poco más, observando el frasco con atención. —¿Qué contiene eso? —preguntó, su tono ahora más suave.
—Es el antídoto para el veneno que Anthony se inyectó —respondió Katherine, su voz firme—. No tengo tiempo que perder. Si no lo administro, él podría morir.
El sonido del monitor de vida rompió el silencio, resonando en la habitación como un campanazo ominoso. El pitido constante se volvió intermitente, un claro indicador de que la situación estaba fuera de control. Jason, con el corazón en la garganta, se acercó rápidamente a Anthony, su rostro transformándose en una máscara de preocupación.
—¡Anthony está entrando en shock! —gritó, su voz firme pero llena de urgencia—. Sus órganos est